domingo, 7 de marzo de 2010

Muchas veces.


Muchas veces un mensaje suyo, o una llamada, me había despertado. Era un despertar feliz sabiendo que ahí estaba mi amor.

La segunda vez que le desperté, se molestó. Me pidió que no volviera a llamar a esas horas, que sólo pusiera un mensaje. No eran unas horas tempranas, pero lo entendí. A nadie le gusta que cualquiera le saque de la cama un domingo. Y sí, digo cualquiera, porque eso es lo que yo era para él, una más, o quizá mucho menos que eso.


Carmen